Por Edwin Angulo
Con "Playas" (Borrador: 2010), Carlos Calderón Fajardo rompe el mito de que a mayor cantidad, menor calidad. Siendo el cuarto, de los últimos cinco libros que ha publicado en los últimos tres años, CCF se consolida como un narrador que además de una gran capacidad estética es capaz de abordar con la misma maestría historias que pueden ir desde lo fantástico hasta lo más cotidiano.
Desde el plano formal, Playas, se encuentra conformado por 33
cuentos divididos en dos títulos menores, el primero, “Del mar cercano”, agrupa
los primeros 15 y, el segundo, “La playa de la familia de Mussolini”, los otros
18. Sin embargo, a partir del contenido,
cada parte podría conformar fácilmente una publicación independiente, esto
en cuanto si bien todos los cuentos remiten de cierta forma al mar o alguna
playa, cada parte responde a un mecanismo distinto de desarrollo. La primera, se
articula básicamente mediante mecanismos de referencia interna al mismo relato.
La segunda, mediante mecanismos de referencia externa, intertextual.
“Del mar cercano” nos remite
espacialmente a algún escenario de la costa peruana siendo casos excepcionales
los de “Besos en la oscuridad” o “La playa del Ángel del ladrillo” en donde el
mar, no obstante, obedece a una referencia conceptual. La articulación de los
textos, empero, no obedece ni única ni esencialmente a estas referencias. Los textos, por el
contrario, se entrelazan mediante cuatro tópicos básicos: 1) la extrañeza o el
extrañamiento del escenario, 2) el mar como una reminiscencia de la naturaleza
como portadora de un orden mayor y enigmático, 3) la playa como un espacio
capaz de romper con el mundo moderno y 4) la mujer hermosa como una
manifestación natural de la naturaleza del mar. Siendo estas cuatro, no
necesariamente dependientes ni excluyentes.
En “Una rusa en Punta
Hermosa”, por ejemplo, se puede observar cómo lo fantástico se inserta a partir
de un escenario anómalo, una playa invernal en verano. Si una playa en verano
remite a la felicidad y una playa en invierno a la tristeza ¿A qué remite una
playa con un clima intempestivamente anómalo? En el relato, será el escenario
perfecto para un evento extraordinario, en este caso, el envejecimiento acelerado
de Camacho Gamero. Este mismo relato, además, evidenciará, mediante la figura
de la joven novia de Camacho Gamero, Sonia, cierta relación entre la fatalidad
que encierra dentro sí, para el hombre, la mujer bella y el mar, en este caso,
una mujer sin pasado, complaciente, bella, pero al mismo tiempo, (auto)
destructiva:
A Sonia la adoro porque no me reclama
nada. Jamás me insulta ni me grita. Ni me pide explicaciones especialmente de
cómo manejo mi dinero. Evita referirse a cosas ocurridas en el pasado. Es un
ser libre de recuerdos y no desea nada. No conoce el ansia, la envidia ni los
celos. Su única verdad es que está ahí en mi casa, borracha.
En “Punta Negra”, la trama
central será la confrontación entre la imagen del narrador y su esposa,
Hortensia, quienes, a pesar de compartir una vida tranquila en su casa de
playa, tendrán concepciones, estilos y ritmos de vida totalmente distintos:
Si bien soy un hombre tranquilo,
Hortensia, en cambio, no se me parecía en nada. Fue campeona de atletismo en el
colegio. No paraba de moverse un solo instante; limpiando, pasándole el plumero
a los muebles que en la playa se llenan constantemente de polvo, igual que los
pisos que se cubren de arenilla, porque la casa está en medio del desierto, y a
los suelos y paredes los corroe la brisa, la sal.
Él, un tardío sujeto romántico,
ella, un típico sujeto moderno. A partir de esta oposición se construye un
dualismo armónico, en el que la playa tratará de filtrarse para consumirlos
dentro de sí misma, como la arena que corroe la casa y contra la que Hortensia
librará una constante y silenciosa batalla. No obstante, esta armonía será
destruida a partir de su muerte en el mar, muerte terrible en la que además
desaparecerá su cuerpo. Este hecho tiene un trasfondo enorme si partimos de que
una muerte que no pasa por el ritual del funeral y el entierro es arrastrada de
forma constante por aquellos que le fueron cercanos en cuanto no podrán
asimilar la desaparición de la persona manteniéndola en un espacio
indeterminado que Zizek denomina entre
dos muertes, que no es sino la reminiscencia constante de la persona
desaparecida dentro de la realidad de los otros, una presencia atormentadora en
cuanto no ha sido librada de la cadena causal del mundo de los vivos. Siendo, en el relato, el mar o la playa, la
fuerza misteriosa que determinará la desaparición del cuerpo y el responsable
de la instauración de un espacio extraño e incierto.
En Playa ballena nos encontramos con la historia de dos escritores,
uno, de culto, casi desconocido; el otro, famoso, “la vedette de una importante editorial catalana”. Dos historias que aunque tienen un origen común (chilenos discípulos de José Donoso que viven en París) se
desarrollarán de forma paralela, hasta el momento en que, muchos años después, el
autor de culto restablezca la comunicación con el famoso con la intención de obsequiarle
su última publicación. Ambos se mostrarán entusiasmados con un posible
reencuentro y con la idea de retomar su amistad, no obstante, tras la llegada
del escritor famoso a Chile, que es donde reside el escritor de culto, el
encuentro no se producirá nunca, pues el escritor de culto se tornará inubicable
ya que tan solo enviará al otro un e-mail indicándole que no se encontraba en
Santiago sino en una playa de Tumbes en Perú llamada Playa Ballena. Playa
Ballena emergerá entonces como la proyección de un espacio atormentador, en una
primera instancia, para el escritor de culto, razón por la cual decidirá viajar
a ella y comprobar la presencia de su amigo.
Es a partir de este momento
que el relato comenzará a cobrar una dimensión inesperada. Playa Ballena se encontrará
más allá de las preocupaciones del mundo moderno, aparecerá, más bien, como un
espacio que lo trasciende en cuanto será un espacio de conciliación. El autor
encontrará su respuesta:
Entonces Jamilia cogió su mochila y
sacó un libro. Ante los ojos estupefactos del autor de culto en Chile, ella le
mostró uno de los libros del escritor chileno consagrado en Europa. Estaba en
Playa Ballena, como le dijo por el correo electrónico, pero en forma de un
libro suyo. Un libro de cuentos; en uno de ellos el escritor célebre mencionaba
Playa Ballena.
Y la realidad y la ficción
parecerán romper sus límites conciliándose en ese pequeño espacio: “La playa
donde se dirigía era el lugar donde el mar había varado el cadáver de Moby Dick”.
No obstante, detrás de todo este discurso conciliador, emergerá una reflexión
mayor, particular y única dentro del resto del corpus de cuentos, la reflexión
acerca de la creación literaria. ¿Qué es la creación para un creador y cuál es
su relación con la vida? Detrás de las contingencias del encuentro,
desencuentro y reencuentro de ambos escritores, el relato cobrará una especial
significación a partir de los cuestionamientos del autor de culto hacia la literatura
misma pues esta “no hacía mejores seres humanos a las personas”.
La relación entre la
literatura y la vida se encontrará en la belleza de la ejecución de la vida, la
literatura encerrada en sí misma, ya sea para una lectura masiva o de culto, no
tendrá sentido alejada de la práctica misma de vivir. Esto será lo que
descubrirá el autor de culto tras comprender el posible mensaje cifrado de su
amigo, quien no tendrá vida más allá de su creación, de allí que sea su libro y
no él quién estará en la playa. El autor de culto encontrará en Playa Ballena,
alejado del mundo moderno, la relación entre la ficción y la realidad.
La segunda parte, “La playa
de la familia de Mussolini”, como se mencionó anteriormente, responde a un
mecanismo de lectura toralmente distinto al de la primera. En ésta, los relatos
tendrán su origen o, mejor dicho, su fundamento, en su relación con algún otro
texto o un narrador. No obstante, esta relación de intertextualidad, generalmente,
no deviene en una relación de dependencia absoluta, es decir, que no siempre
resulta necesario conocer el texto aludido para poder disfrutar o comprender el
relato.
A partir de la forma en como
se desarrollan los relatos se pueden clasificar en dos tipos, por un lado
aquellos que de forma directa desarrollan la intertextualidad y por otro,
aquellos que, a manera de “nota de autor”, ambientan o problematizan el relato
antes de desarrollarlo, aunque, obviamente, esta nota integra en sí misma el desarrollo
del cuento.
Así, en “La playa de Lee
Smith nos encontramos con un texto de desarrollo directo en el que, no
obstante, nos encontramos con la representación de un evento inicialmente cotidiano
de la vida de la narradora Lee Smith, de la cual, incluso, nos enteramos a
partir de un pie de página en el titulo, que cobra inesperadamente una
dimensión fantástica a partir de las palabras que dirá Lee a su hija cuando
esta le pregunte la razón de su desmayo tras ver un arcoíris: “Fui a su
encuentro, por supuesto”.
En “La playa de los hijos de
Mussolini”, en cambio, el relato tiene como preámbulo una amplia, en función de
la extensión del cuento, problematización del desarrollo de la historia a
contarse: ¿Por qué Truman Capote en su texto “Ischia” desarrolla una historia o
ensayo (el género del relato es parte de la problematización) en función de la
mucama, Gioconda, y no a la experiencia que pasa con la familia del “Duce”? Cuestión
que será respondida a partir del relato; mecanismo que será constante en los
textos con preámbulo del narrador.
Finalmente, en “La playa de
los Emos”, nos encontramos con un texto de desarrollo directo en el que se nos
muestra como un evento cotidiano puede ir transformándose en uno extraordinario
en base a la progresiva confluencia de personajes que irán generando una cierta
sensación de extrañamiento del escenario, mecanismo propio de la primera parte,
que, no obstante, terminará justificando su inclusión en la segunda a partir de
la aparición en escena, esta vez como un cadáver, del narrador de literatura
fantástica, J. G. Ballard ¿Tendrá la estructura del texto alguna relación con
algún relato o el estilo del autor fallecido?
Con Playas, pues, nos encontramos con la obra de un narrador
consolidado y que, hace rato, integra ya la lista de narradores peruanos más
importantes de las últimas décadas. Así, el desarrollo del mismo, nos ofrece un
exquisito recorrido por las diferentes tendencias literarias que es capaz de
abordar CCF, del que esperamos nos sigan llegando muchas más “Playas”.
*Recomiendo particularmente la siguiente reseña, también de "Playas":
Yo tuve la oportunidad de leer un libro de Calderón Fajardo que se llamaba "El que pestañea muere", me gustó mucho peor no pude leer algo más de este autor. Espero poder leer Playas aunque no he leído otros libros suyos. Pero en su recomendación ¿Debería leer los anteriores libros para leer "Playas"?
ResponderEliminarPaul Huamaní
No creo que sea necesario ya que "Playas" es un libro autónomo. Los cuentos, incluso, se pueden leer de forma aleatoria sin que esto afecte en alguna medida su comprensión o apreciación. Solo en algunos cuentos de la segunda parte, “La playa de la familia de Mussolini”, es necesario la lectura o referencia de algún otro texto, pero estos generalmente son clásicos de la literatura "universal".
ResponderEliminarGracias por el comentario
En primer lugar me disculpo por leer tu reseña recién. Lo que pasa es que a mi me gusta leer primero el libro antes de leer la crítica. (Vieja costumbre que heredé de mi pasión por el cine) En fin, sinceramente no me gustó mucho el libro. Las primeras historias no me sorprendieron mucho, sobre todo las fantásticas. La sección "Las playas de Mussolini" es la que más me gustó. Ya que como bien lo dices no es necesario saber todas las referencias literarias que el autor integra a sus obras. Es más, esa parte es la que más me mantuvo en vilo porque muestra esa etapa de los escritores que todo el mundo ignora.
ResponderEliminarMe gustaría leer más del autor, creo que esta obra no lo representa tanto.