UNFV, Lima, Perú

PUERTO DE ULTRAMAR:

Emily Abregú Pascual, Edwin Angulo Quiroz, Pedro Espinoza Huaroto, Carla Gonzales Flores, David Pérez Garland, Yuri Sakata Gonzales, Juan Valle Quispe.

martes, 25 de octubre de 2011

Las "Playas" de Carlos Calderón Fajardo

Por Edwin Angulo


Con "Playas" (Borrador: 2010), Carlos Calderón Fajardo rompe el mito de que a mayor cantidad, menor calidad. Siendo el cuarto, de los últimos cinco libros que ha publicado en los últimos tres años, CCF se consolida como un narrador que además de una gran capacidad estética es capaz de abordar con la misma maestría historias que pueden ir desde lo fantástico hasta lo más cotidiano.

Desde el plano formal, Playas, se encuentra conformado por 33 cuentos divididos en dos títulos menores, el primero, “Del mar cercano”, agrupa los primeros 15 y, el segundo, “La playa de la familia de Mussolini”, los otros 18.  Sin embargo, a partir del contenido, cada parte podría conformar fácilmente una publicación independiente, esto en cuanto si bien todos los cuentos remiten de cierta forma al mar o alguna playa, cada parte responde a un mecanismo distinto de desarrollo. La primera, se articula básicamente mediante mecanismos de referencia interna al mismo relato. La segunda, mediante mecanismos de referencia externa, intertextual.

“Del mar cercano” nos remite espacialmente a algún escenario de la costa peruana siendo casos excepcionales los de “Besos en la oscuridad” o “La playa del Ángel del ladrillo” en donde el mar, no obstante, obedece a una referencia conceptual. La articulación de los textos, empero, no obedece ni única ni esencialmente  a estas referencias. Los textos, por el contrario, se entrelazan mediante cuatro tópicos básicos: 1) la extrañeza o el extrañamiento del escenario, 2) el mar como una reminiscencia de la naturaleza como portadora de un orden mayor y enigmático, 3) la playa como un espacio capaz de romper con el mundo moderno y 4) la mujer hermosa como una manifestación natural de la naturaleza del mar. Siendo estas cuatro, no necesariamente dependientes ni excluyentes.

En “Una rusa en Punta Hermosa”, por ejemplo, se puede observar cómo lo fantástico se inserta a partir de un escenario anómalo, una playa invernal en verano. Si una playa en verano remite a la felicidad y una playa en invierno a la tristeza ¿A qué remite una playa con un clima intempestivamente anómalo? En el relato, será el escenario perfecto para un evento extraordinario, en este caso, el envejecimiento acelerado de Camacho Gamero. Este mismo relato, además, evidenciará, mediante la figura de la joven novia de Camacho Gamero, Sonia, cierta relación entre la fatalidad que encierra dentro sí, para el hombre, la mujer bella y el mar, en este caso, una mujer sin pasado, complaciente, bella, pero al mismo tiempo, (auto) destructiva:

A Sonia la adoro porque no me reclama nada. Jamás me insulta ni me grita. Ni me pide explicaciones especialmente de cómo manejo mi dinero. Evita referirse a cosas ocurridas en el pasado. Es un ser libre de recuerdos y no desea nada. No conoce el ansia, la envidia ni los celos. Su única verdad es que está ahí en mi casa, borracha.

En “Punta Negra”, la trama central será la confrontación entre la imagen del narrador y su esposa, Hortensia, quienes, a pesar de compartir una vida tranquila en su casa de playa, tendrán concepciones, estilos y ritmos de vida totalmente distintos:

Si bien soy un hombre tranquilo, Hortensia, en cambio, no se me parecía en nada. Fue campeona de atletismo en el colegio. No paraba de moverse un solo instante; limpiando, pasándole el plumero a los muebles que en la playa se llenan constantemente de polvo, igual que los pisos que se cubren de arenilla, porque la casa está en medio del desierto, y a los suelos y paredes los corroe la brisa, la sal.

Él, un tardío sujeto romántico, ella, un típico sujeto moderno. A partir de esta oposición se construye un dualismo armónico, en el que la playa tratará de filtrarse para consumirlos dentro de sí misma, como la arena que corroe la casa y contra la que Hortensia librará una constante y silenciosa batalla. No obstante, esta armonía será destruida a partir de su muerte en el mar, muerte terrible en la que además desaparecerá su cuerpo. Este hecho tiene un trasfondo enorme si partimos de que una muerte que no pasa por el ritual del funeral y el entierro es arrastrada de forma constante por aquellos que le fueron cercanos en cuanto no podrán asimilar la desaparición de la persona manteniéndola en un espacio indeterminado que Zizek denomina entre dos muertes, que no es sino la reminiscencia constante de la persona desaparecida dentro de la realidad de los otros, una presencia atormentadora en cuanto no ha sido librada de la cadena causal del mundo de los vivos.  Siendo, en el relato, el mar o la playa, la fuerza misteriosa que determinará la desaparición del cuerpo y el responsable de la instauración de un espacio extraño e incierto.

En Playa ballena nos encontramos con la historia de dos escritores, uno, de culto, casi desconocido; el otro, famoso, “la vedette de una importante editorial catalana”. Dos historias que aunque tienen un origen común (chilenos discípulos de José Donoso que viven en París) se desarrollarán de forma paralela, hasta el momento en que, muchos años después, el autor de culto restablezca la comunicación con el famoso con la intención de obsequiarle su última publicación. Ambos se mostrarán entusiasmados con un posible reencuentro y con la idea de retomar su amistad, no obstante, tras la llegada del escritor famoso a Chile, que es donde reside el escritor de culto, el encuentro no se producirá nunca, pues el escritor de culto se tornará inubicable ya que tan solo enviará al otro un e-mail indicándole que no se encontraba en Santiago sino en una playa de Tumbes en Perú llamada Playa Ballena. Playa Ballena emergerá entonces como la proyección de un espacio atormentador, en una primera instancia, para el escritor de culto, razón por la cual decidirá viajar a ella y comprobar la presencia de su amigo.

Es a partir de este momento que el relato comenzará a cobrar una dimensión inesperada. Playa Ballena se encontrará más allá de las preocupaciones del mundo moderno, aparecerá, más bien, como un espacio que lo trasciende en cuanto será un espacio de conciliación. El autor encontrará su respuesta:

Entonces Jamilia cogió su mochila y sacó un libro. Ante los ojos estupefactos del autor de culto en Chile, ella le mostró uno de los libros del escritor chileno consagrado en Europa. Estaba en Playa Ballena, como le dijo por el correo electrónico, pero en forma de un libro suyo. Un libro de cuentos; en uno de ellos el escritor célebre mencionaba Playa Ballena.

Y la realidad y la ficción parecerán romper sus límites conciliándose en ese pequeño espacio: “La playa donde se dirigía era el lugar donde el mar había varado el cadáver de Moby Dick”. No obstante, detrás de todo este discurso conciliador, emergerá una reflexión mayor, particular y única dentro del resto del corpus de cuentos, la reflexión acerca de la creación literaria. ¿Qué es la creación para un creador y cuál es su relación con la vida? Detrás de las contingencias del encuentro, desencuentro y reencuentro de ambos escritores, el relato cobrará una especial significación a partir de los cuestionamientos del autor de culto hacia la literatura misma pues esta “no hacía mejores seres humanos a las personas”.

La relación entre la literatura y la vida se encontrará en la belleza de la ejecución de la vida, la literatura encerrada en sí misma, ya sea para una lectura masiva o de culto, no tendrá sentido alejada de la práctica misma de vivir. Esto será lo que descubrirá el autor de culto tras comprender el posible mensaje cifrado de su amigo, quien no tendrá vida más allá de su creación, de allí que sea su libro y no él quién estará en la playa. El autor de culto encontrará en Playa Ballena, alejado del mundo moderno, la relación entre la ficción y la realidad.

La segunda parte, “La playa de la familia de Mussolini”, como se mencionó anteriormente, responde a un mecanismo de lectura toralmente distinto al de la primera. En ésta, los relatos tendrán su origen o, mejor dicho, su fundamento, en su relación con algún otro texto o un narrador. No obstante, esta relación de intertextualidad, generalmente, no deviene en una relación de dependencia absoluta, es decir, que no siempre resulta necesario conocer el texto aludido para poder disfrutar o comprender el relato.

A partir de la forma en como se desarrollan los relatos se pueden clasificar en dos tipos, por un lado aquellos que de forma directa desarrollan la intertextualidad y por otro, aquellos que, a manera de “nota de autor”, ambientan o problematizan el relato antes de desarrollarlo, aunque, obviamente, esta nota integra en sí misma el desarrollo del cuento.

Así, en “La playa de Lee Smith nos encontramos con un texto de desarrollo directo en el que, no obstante, nos encontramos con la representación de un evento inicialmente cotidiano de la vida de la narradora Lee Smith, de la cual, incluso, nos enteramos a partir de un pie de página en el titulo, que cobra inesperadamente una dimensión fantástica a partir de las palabras que dirá Lee a su hija cuando esta le pregunte la razón de su desmayo tras ver un arcoíris: “Fui a su encuentro, por supuesto”.

En “La playa de los hijos de Mussolini”, en cambio, el relato tiene como preámbulo una amplia, en función de la extensión del cuento, problematización del desarrollo de la historia a contarse: ¿Por qué Truman Capote en su texto “Ischia” desarrolla una historia o ensayo (el género del relato es parte de la problematización) en función de la mucama, Gioconda, y no a la experiencia que pasa con la familia del “Duce”? Cuestión que será respondida a partir del relato; mecanismo que será constante en los textos con preámbulo del narrador.

Finalmente, en “La playa de los Emos”, nos encontramos con un texto de desarrollo directo en el que se nos muestra como un evento cotidiano puede ir transformándose en uno extraordinario en base a la progresiva confluencia de personajes que irán generando una cierta sensación de extrañamiento del escenario, mecanismo propio de la primera parte, que, no obstante, terminará justificando su inclusión en la segunda a partir de la aparición en escena, esta vez como un cadáver, del narrador de literatura fantástica, J. G. Ballard ¿Tendrá la estructura del texto alguna relación con algún relato o el estilo del autor fallecido?

Con Playas, pues, nos encontramos con la obra de un narrador consolidado y que, hace rato, integra ya la lista de narradores peruanos más importantes de las últimas décadas. Así, el desarrollo del mismo, nos ofrece un exquisito recorrido por las diferentes tendencias literarias que es capaz de abordar CCF, del que esperamos nos sigan llegando muchas más “Playas”.






*Recomiendo particularmente la siguiente reseña, también de "Playas":