UNFV, Lima, Perú

PUERTO DE ULTRAMAR:

Emily Abregú Pascual, Edwin Angulo Quiroz, Pedro Espinoza Huaroto, Carla Gonzales Flores, David Pérez Garland, Yuri Sakata Gonzales, Juan Valle Quispe.

viernes, 4 de noviembre de 2011

"Las buenas ediciones y la literatura de calidad"

Por Pedro Espinoza


Entre los libros que adquirí en la última Feria Internacional del Libro de Lima (FIL). Uno de mis preferidos fue Diarios de naufragio (LOM Ediciones, 2010) del poeta Antonio Cisneros, debo confesar que fue un obsequio que recibí del stand de la Embajada de Chile después del recital donde estuvieron poetas chilenos (Raúl Zurita y Omar Lara) y peruanos (Antonio Cisneros y Arturo Corcuera). Muy agradable por cierto.

La singular edición se trataba de una antología que podría llamarse “de bolsillo”, puesto que el libro es pequeño y cómodo para llevarlo de un lugar a otro, aunque, personalmente, preferiría llamarlo “libro portátil”; no obstante, tras la emocionada recepción, debido a mi interés por la poesía de Antonio Cisneros, me encontré con una edición realmente decepcionante. Así, antes de mencionarla, me gustaría apuntar algunas observaciones sobre la importancia del cuidado de la edición y sus lectores.

En la actualidad, se pueden apreciar en las librerías ejemplares con un cuidado sorprendente: ediciones de tapa dura, blanda o gruesa; con marco, sin marco o con marco dorado; dibujos (que en ciertas ocasiones tiene alguna relación con la obra del autor promocionado); etc. Todos estos aspectos, pues, tienen un objetivo fundamental: atraer al lector mediante los detalles visuales. Es por ello que la edición debe ser producto de un trabajo minucioso y responsable ya que será a través de ésta que el lector emitirá un primer juicio sobre el profesionalismo y la experiencia de aquellas personas que están detrás de la obra literaria (aunque sean aspectos, en una primera instancia, extraliterarios). Hay que considerar, además, que últimamente las empresas editoras utilizan estas formas irresponsables de edición de libros con la intención de hacer más fácil la adquisición de los mismos, sin embargo, debemos considerar algunos aspectos imprescindibles, ya que considero que se debe tener un mínimo de respeto hacia los lectores, el autor y, principalmente, hacia la obra misma.

Justamente estos aspectos indispensables del libro son los que han sido olvidados en Diario de naufragio. Considero, en un primer punto, la carátula de la edición, donde se aprecia la foto del escritor Antonio Cisneros. A partir de ésta, podemos considerar la poca imaginación de los editores y sus ayudantes en tratar de buscar una imagen adecuada que, de alguna manera u otra, tenga una conexión con la obra del autor, puesto que solo se limitan a colocar la imagen de éste. Algunos me podrían catalogar de exagerado, pero en diversas ocasiones los libros los compramos no solo por el contenido de la obra que tenemos en mano, sino, también, por el cuidado de la edición. Son aspectos suntuarios que cualquier ser humano podría demandar. ¿Acaso no se ha dado la situación que al comentar un libro un libro, mencionemos también la edición o editorial especifica? Por tal motivo, la carátula del libro no da ningún indicio de despertar la curiosidad necesaria como para darle siquiera “una ojeada”.


En segundo lugar, sobre la presentación de los poemas y poemarios antalogados, el trabajo de clasificación y fijado es bastante bueno. Vemos, pues, que la selección, es correcta, no obstante, no podemos decir lo mismo sobre su presentación física. Decimos esto por la sencilla razón de que un poema debería estar presentado en una cara de la página y no dos o tres poemas, tal y como se da en el caso de Diarios de naugrafio, del poemario “Comentarios reales” de 1964:

Paracas
Desde temprano
Crece el agua entra la roja espada
De unas conchas
[…]

Que bajo estas arenas
Sembraron en mañana a nuestros padres
Pachacámac
Todavía la tierra entra mis dedos
Y esta dura paja, me entristecen.
[…]
(Pg. 39)

Podemos apreciar dos poemas contenidos en una sola cara del poemario cuando la presentación adecuada debió haberse realizado con Paracas en una hoja y Pachacámac, en otra.

Con esto, deseo expresar que la elaboración de la presentación los poemas y el libro en general es paupérrima y deja mucho que desear. Considero que es una falta de organización y dedicación ya que estos detalles no se aprecian en otras ediciones, como la realizada al mismo autor en el año 1996 por Editora Perú, Antonio Cisneros. Poesía Reunida (1962 – 1992), por ejemplo. Asimismo, a cada poema le corresponde una página y no más, ya que así estarían mostrando una mayor dedicación y respeto a la obra en sí. Otro ejemplo, digno de mencionarse, es el del poemario de Oswaldo Reynoso, Luzbel (Editorial San Marcos y Estruendomudo, 2010).

Otro punto a tomar en cuenta es la presentación de algunos versos que considero otra falta estética en la misma. Comenzaremos por el verso del poema Heimat Film del poemario “Monólogo de la Casta Susana y otros poemas” (1986):

Una vez aclarado que aquí están prohibidos los obreros
[y los oficinistas,
La trama (o argumento) es casi lo de menos.
Por ejemplo, una joven princesa (igual que Romy
[Schneider en las
Historias de Sissi) se enamora de un pobre (aunque
[valiente capitán
de cocaleros.
(Pg. 167)

Aquí los corchetes impiden una lectura lineal y armoniosa, además, del desorden que se puede apreciar en los versos. Esto es una muestra de las ganas de entregar una obra sin la más remota dedicación a la misma o la falta de profesionalismo, faltándole, así, el respeto al autor, a la obra y a sus lectores. Estos últimos, como su principal destinatario. Se debe, pues, evitar los corchetes en la poesía, se deben presentar los versos tal y como han sido fijados ya que sin esto no se puede dar una lectura fluida y una correcta apreciación de la misma debido  a su desorden formal. Así mismo, debo recalcar que estos errores se suman al segundo punto tratado líneas arriba.

He querido enfocarme en las elaboraciones de libro para un público lector que adquiere un ejemplar presentable y sustancioso. Dos nociones que deben ir de la mano en las editoriales para un adecuado trabajo. Sé que debería explayarme sobre la obra de Antonio Cisneros, ya que con el ejemplar mencionado dan a conocer el merecido reconocimiento al Premio Iberoamericano de Poesía “Pablo Neruda” 2010; sin embargo, dejaré aquella tarea para otro momento.

Para finalizar, solo debo agregar dos aspectos: el primero, se debe dar mayor importancia a los aspectos editoriales en cuanto son vitales para atraer a un público lector que, hoy por hoy, está inmerso en lecturas superficiales, interesado en las ediciones que desea adquirir; segundo, la elaboración de las ediciones deben ser respetuosas con la obra, autor y el lector, que vendría ser el mayor beneficiado. Todo esto está enmarcado por el gusto de adquirir ediciones respetables y presentar adecuadamente a la literatura de calidad.







jueves, 3 de noviembre de 2011

"Von" de Laura Rosales (Lima: Lustra editores, 2011)

Por Juan Valle


Con la aparición de Von, Laura Rosales viene a integrar una buena lista de poetas jóvenes (Wilver Moreno, Karina Valcárcel, Diego Lazarte, John Martínez, Mario Morquencho, etc.) que tras frecuentes presentaciones itinerantes llegaron a hacerse, unos en mayor medida que otros, de la empatía y seguimiento de un público más allá de los pequeños circuitos hasta llegar irremediablemente, debido a su trabajo constante y su perfil bajo, a captar la mirada de la crítica. Lo que a continuación presentaremos, será también una revisión de lo que creemos son  algunas de las ideas planteadas por la autora.

Yendo propiamente al poemario, se vislumbran en sus páginas la apuesta por una postura irreconciliable con la realidad, con ello, el hablante lírico va formando poco a poco un entramado de figuras e imágenes a lo largo de los poemas.

La estructura dividida en tres partes: “Estancias del ensueño”, “Jardín interior”  y” Patio de espejos”, nos muestra, en la sucesión de los poemas, una constante a cerca de la definición de sus posturas. En la primera parte,  los poemas tratan de ser manejados cada uno con un hilo conductor y sin tratar de perderse, pero a su vez contienen figuras sencillas  que no exigen difíciles vinculaciones referenciales, en “Contemplando una fotografía de F.A”: “Veo tu corazón componer música”; en “Chopin”: “montaña criptada por la niebla”; en “Ultramar”: “celebra junto al mar/ la libertad de las gaviotas” e  incluso poemas que revelan rápidamente su contenido como es el caso de  “Celdas: “y solo el deseo de la soledad/ de lamer el espíritu de los espejos […] todos nuestros yo atrapados/ en estas estructuras”. Los puntos a favor en este primer apartado son las entradas que brinda a través de los poemas-homenajes “Pizarnik”, “Chopin” y “Hokusai”, en ellos, no hay  sólo la evocación sino la intención de amoldarse a la perspectiva que se tiene de estos personajes enPizarnik”:  “porque vienes a mí/ por la senda equivocada/ de castillos destruidos/ muñecas degolladas/ y libélulas sordas; en “Chopin”: “!Luz de estruendo misterioso/ abre paso a lo negro!”; en “Hokusai”: “tintero triste/ ahogado/ en hermosura”; con estos poemas (solo una muestra) logra afianzar y dar por sentado la naturaleza de los poemas que seguirán ya que, como afirmamos en un primer momento, ésta  se alimenta en la necesidad de adherirse a planos que escapan a la realidad y lo racional para irse a una predominancia de los sentimientos, la introspección y el ensimismamiento. 

En “Jardín interior”, la segunda parte,  los poemas tienen por título el primer verso; en ellos, se logra revelar de mejor forma una actitud que podría ir más allá de las posturas que aparecen de forma inicial (que bien podría ser, por ejemplo, de género: “Beber de mi propia leche”)  para dar la sentencia de una actitud poética (“ser todo/lo que inventa/ mi mano”). Además, se nota un buen mantenimiento de las metáforas (“De niña me enamoré/ de un pájaro muerto”) a la vez que, a pesar de ser sencilla, muestra una mayor solidez a nivel estructural además de un inicio y final contundente. Hay una preferencia, en buena parte, por lo escueto, los versos, por ser cortos, son mejor trabajados, siendo esta brevedad en la que el yo lírico parece fluir con mayor naturalidad. A pesar de esto,  se presentan también algunos errores como  el de la ampliación empalagosa de los símiles que no termina de convencer (“como el espanto de los niños/ que no azulan sus caparazones,/ que no elevan sus brazos/ para tocar libélulas cantoras/ sobre el ventanal del mundo,/ sobre las sombras de  los hombres y los hombres”). Cabe resaltar, también, que como estructura hay una mayor apuesta por la forma, a través de la cual, a pesar de su variado registro, se observa una mayor preocupación por la construcción de ésta (basta  el ejemplo de la presencia de un poema en prosa). Así, mal que bien, este segmento del poemario exhibe una mejor y más elaborada construcción si lo comparamos con el resto del poemario.

El tercer y último apartado sería, entonces, una prolongación más afinada del segundo, aunque no por eso mejor lograda. En esta parte continuaría el interés por lo obnubilado, lo retraído, lo ensimismado que guía finalmente al hablante lírico (en el poema I: “Ella escala la aurora al descubierto/ Ella conoce los sonidos de las sombras […] (preferiría no tener ojos)”). Reafirmándose, así, lo evidenciado en poemas anteriores donde aparece un hablante lírico que prescinde de aspectos que puedan o deseen someterlo a la realidad, a lo corpóreo y a todo aquello que pueda traerle la idea de esto, siendo, así, rechazado y, más aún, tratado con escepticismo, tal y como es evidenciado en los poemas “XII”: “Al primer grito/comenzó mi silencio.”; en el poema “XIII”: “Tejo los agujeros de mi pecho/donde busco goce en la memoria.”; el poema  V: “Mi cuerpo es solo un cuerpo”; etc.

Finalizando, podríamos decir que el poemario de Laura Rosales plantea de por sí una mirada mucho más personal y definida gracias a las lecturas que se hacen evidentes en los primeros poemas. Su línea, despejada poco a poco a lo largo del poemario se enmarca en la definición de una actitud poética que apuesta por la interioridad y los espacios de la memoria sin valerse de figuras exacerbadas ni rimbombantes sino con un lenguaje sencillo y, por ello, más simpático y hasta enternecedor, lo que garantiza la expectativa de futuras publicaciones.