UNFV, Lima, Perú

PUERTO DE ULTRAMAR:

Emily Abregú Pascual, Edwin Angulo Quiroz, Pedro Espinoza Huaroto, Carla Gonzales Flores, David Pérez Garland, Yuri Sakata Gonzales, Juan Valle Quispe.

jueves, 25 de agosto de 2011

CONVOCATORIA PARA REVISTA “PUERTOS DE ULTRAMAR”

El “Grupo de difusión, crítica y desarrollo cultural Puerto de Ultramar” invita a todos los interesados a enviarnos sus trabajos para la publicación del primer número de la revista “Puertos de Ultramar”, los trabajos deberán ser inéditos, la temática es abierta y pueden ser trabajos de crítica literaria o cultural (artículo o ensayo), poesía, cuento, teatro y/o reseñas.

Todos los trabajos deberán ser enviados adjuntos al correo grupopuertodeultramar@gmail.com, en formato Word (Arial 12 en espacio y medio), sistema de citado MLA, indicando nombre y apellidos y, de ser el caso, seudónimo, con el rotulado de “Convocatoria” hasta el día domingo 3 de setiembre hasta las 23:59. Los artículos y ensayos no deberán exceder las siete páginas, los cuentos y poemas, las cinco, y las reseñas, las dos.

Para más información pueden contactarnos a la misma dirección de correo o en www.facebook.com/grupopuertodeultramar

Muchas gracias

Atte. El Comité Editorial

lunes, 22 de agosto de 2011

Escapar para volver a ser: Junichiro Tanizaki y el escapismo literario

Por Carla Gonzales


El viernes 12 de agosto, en el taller número tres del JALLA-E, el Sr. Iván Pinto, especialista en literaturas orientales, desarrolló una breve, pero interesante, charla sobre el autor Junichiro Tanizaki (1883 - 1965), evidenciando, además de muchos puntos importantes del autor y la problemática sobre la difusión de la literatura oriental, algunos puntos críticos que deberían ser reflexionados con más detenimiento, razón por la cual, comparto la siguiente crónica crítica del evento.
En la conferencia, titulada “Un escritor nipón heterodoxo del siglo XX: Junichiro Tanizaki y el escapismo literario”, se tomó como base la genealogía de las obras de dicho escritor y la influencia que aquellas generaron en su vida: con la restauración Meiji Japón comenzaba a experimentar un periodo de auge en el crecimiento que conllevó a ser la segunda mayor potencia mundial a inicios del siglo XX.
Es en este contexto de deseo expansivo y de la posterior conquista de Manchuria que nace Junichiro, de madre descendiente de grandes comerciantes y de padre heredero de los mismos. No obstante, será la quiebra del negocio familiar por el padre y su consiguiente traslado de Tokio (antigua Edo) a una provincia más rural, lo que generará en él un rol que conllevará a la negación del poder del padre y a la nostalgia de la madre como centro de poder; obsesión que lo llevará, pasados los años, a plasmar dichas imágenes en sus diversos cuentos y novelas.
Ahora bien, con respecto a su labor como escritor, desarrolla aún joven una serie de cuentos como Tatuaje (1910), donde comienza a ganar reconocimientos como una gran promesa; La Jirafa (1910), Los Chicos (1911), cuento donde narra la experiencia de los chicos de barrios pobres; El Secreto (1911), donde se ven matices de su obsesión con la madre y la mujer como figura predominante en su vida; El pie de Fumiko (1919), donde se observa su adoración por la delgadez, delicadeza y blancura de los pies de una mujer, así como el erotismo que le despiertan, y como ello recae en la dominación posterior del protagonista; promoviendo en esta etapa a personajes que luego maduraran conforme a su carácter, pasando todos los hombres en su obra por una obsesión neurótica que los lleva a la miseria. Su primera novela, Un Amor Insensato (1925) lo llevará a presentar temas en los que ahondará más acerca de la mujer, el amor y el sufrimiento que se conlleva a partir de la intromisión de ambos, mostrando a un protagonista que se siente atraído por una japonesa que parece extranjera debido a sus modales groseros y su poco respeto por lo tradicional: ella conseguirá amantes mientras él se mantiene al margen, aceptándola como es e incluso pidiéndole ser su esposo; el verá en los amantes, sujetos que le evocarán a la figura emblemática de los europeos, a los cuales rechazará y envidiará a la vez. Finalmente, el relato, no mostrará un final feliz, sino, la sugerencia de varios finales (forma característica de la cultura japonesa).
Luego, durante el gobierno del emperador Showa Tenno (Hirohito), preso de la desesperación y de la impotencia de sentirse inútil para la nación, inicia una nueva etapa en su labor como narrador, comenzando a publicar novelas históricas como Historia Secreta del Señor de Musashi (1932), Retrato de Shinkin (1933), La madre del capitán Shigemoto (1949) donde se cuentan historias de samuráis, shogunes, entre otros, detallando por momentos lo referido a la sensualidad de épocas anteriores y la delicadeza ya perdida que, aunque no ahogada, dará permiso a lo erótico en la literatura japonesa como novedad, confiándose en el prestigio de El Cuento de Genji, de Murasaki Shikibu, escrito años antes, donde también se aprecia el erotismo y el amor cortesano. Recordemos también, a propósito del Genji, la obra Nieve Ligera (1937-1948) de Junichiro Tanizaki, la cual presenta la mayor expansión en todo el legajo de la literatura japonesa.
Luego, tras trabajar el problema del hijo y la madre, tema edipico, recurrió a tomar dos puntos claros: el trasfondo de deseo hacia la mujer y su fortuito desenlace, dado que el ser humano ha sido capaz de todo menos el alcance de una felicidad eterna y, por otro lado, fomentar la mezcla de occidente con Japón, para lo cual no solo se va a situar en lo tradicional (Nara, Kyoto, etc). Así, el taller terminó con el análisis del extracto de unas de las obras de Tanizaki, La madre del capitán Shigemoto, en base a la representación de la figura sensual de la mujer, dando paso, luego, a las preguntas referentes al autor y sus obras.
Este taller merece el reconocimiento de los asistentes hacia el ponente, empero hubieron lugares vacios que no supo llenar, siendo uno de ellos el recurso de las diapositivas para mostrar únicamente una que otra foto del autor y las portadas de sus libros en lengua castellana y nada de identificación estilística evaluada desde el contexto de las obra en los años de publicación; otro aspecto es el afán de cuestionar las traducciones argentinas por ser re-re-traducciones y las españolas por dimitir en el lenguaje hosco que conlleva a quitar la belleza en el arte del creador nipón, pero sobretodo dejar la duda de ¿Por qué es tan difícil conseguir, no solo de este autor, sino también de otros japoneses sus obras canónicas en nuestros países? cayendo en la re-traducción del japonés al ingles y luego al español, perdiéndose kanjis o ideogramas y desarrollando una lectura allanada, dadas las diferencias entre una y otra cultura, pues, no hubo mayor respuesta más que estudiar el idioma original, que es recomendable, pero, visto como un sobre-esfuerzo por algunos lectores al tener que aprender los más de tres mil kanjis usados en el idioma, queda, esta respuesta, algo devaluada.
Entonces, ¿qué hacer con esta industria? Lamentablemente solo esperar, pero, ¿acaso no hay editoriales que recurren a la traducción de primera fuente? La justificación no está en dejarla de lado, sino en mejorar en la traducción, y en no escatimar en las opciones contextuales de cada autor, puesto que si bien la exposición fue generosa, escatimó detalles como los de que este autor fue contemporáneo de Yukio Mishima, otro grande en la narrativa; Ryonusuke Akutagawa, visión del terror psicológico y degeneración humana, entre otros, los cuales pertenecieron a una generación de depresión que conllevó a suicidios y persecuciones, paranoias e inestabilidades emocionales, las cuales se entienden tras la segunda guerra mundial -con las bombas a Hiroshima y Nagasaki- y se plasman en el imaginario colectivo de ese entonces (por eso su gran difusión y celebridad).
Escapemos de las imágenes degenerativas y limítrofes, lleguemos a superarnos a nosotros mismos, así no llamaremos escapismo a la búsqueda, sino encuentro a nuestra realización y apreciación literaria de este autor y Japón, cultura digna y vasta que merece una hojeada.

domingo, 7 de agosto de 2011

Reynoso y sus "Inocentes"

Por Carla Gonzales

El lunes 25 de julio del presente año, a las 7pm, en el auditorio César Vallejo de la FIL de Lima, se realizó el homenaje a un autor por demás reconocido: Oswaldo Reynoso, cuya primera obra, Los Inocentes, constituyó un cambio en la narrativa peruana de los años 60`s. Tomando ese preámbulo, pasemos a desarrollar los eventos ocurridos en dicha ceremonia:
Iniciando el homenaje, Enrique Planas, con mucha emoción, nos contó el porqué del merecido reconocimiento al escritor, basándolo esencialmente en su obra iniciática, donde se puede observar el límite entre un antes y un después en la literatura peruana, esto debido a las herramientas que maneja en el lenguaje –apropiando el habla popular articulada a la poesía-, la irrupción de nuevos personajes en el manejo de una nueva narrativa, los jóvenes y sus vicisitudes, tal como expone dicho ponente, y, entre ambos cambios, el papel de situar el deseo y el cariño en la adolescencia, impuesta a pensar y actuar distinto a lo que le repara su sociedad, como diría José María Arguedas, “el lenguaje de Oswaldo Reynoso es poesía en el ambiente popular”.

Manuel Velásquez, fue otro de los ponentes que participo en el mencionado homenaje, baso su participación en la trayectoria de Reynoso e inició su ponencia con un sabor a “caramelos de menta” (haciendo alusión al cuento de Cara de Ángel”) en la boca, dándonos una perspectiva de cómo en el despacho de un amigo, recibió junto con diversos colegas la primera narración de Los Inocentes, acentuando que dicha obra inició una “renovación de la prosa narrativa peruana”.

En cuanto a lo dicho líneas antes, demuestra la diferenciación entre La Casa de Cartón (1918) con La obra Los Inocentes (1961), dado que algunos estudiosos han querido mostrar a la obra de Martí Adán como antecedente a la producción de Reynoso, siendo erróneo dicho postulado por lo siguiente: en cuanto a las diferenciaciones, en La Casa de Cartón se muestra como el yo narrador y el yo autor se confunden con el narrador (Ramón) además de presentar un lenguaje barroco; en Los Inocentes, por el contrario, no hay un personaje principal, sino que existen seis personajes constantes, siendo cada uno el protagonista de su capitulo, además de presentar el inicio de una “literatura de la calle”, por medio de un lenguaje popular y el manejo de los problemas existenciales de la juventud de su tiempo.

En cuanto a las similitudes, ambas obras, y es un punto importante que señala el presentador, son libros intempestivos, con protagonistas juveniles y que presentan la intención de trabajar el lenguaje, claro, cada cual a su estilo reaccionario a su época.

Luego, la directora cultural de la Cámara Peruana del Libro, Doris Moromisato, tomo la palabra para dar a conocer algunas anécdotas sobre su amistad con Oswaldo Reynoso y darle el titulo de “best-seller clandestino” a su tan nombrada obra además de tenerlo como el autor más admirado de la literatura viva de nuestro tiempo. Terminando con los expositores, llegó el turno del presidente de la Cámara Peruana de Libro, el señor Jaime Carbajal, quien aparte de dar palabras de agradecimiento al homenajeado, al público asistente y a los que compartían con él la mesa, pasó a dar mención a la obra de Reynoso como la puesta de protagonismo a los sin-voz en la narrativa hasta ese entonces escrita, apuntando que nuestro autor era el ser en el que “el sueño de vivir de la literatura en el Perú” se había hecho realidad, presentando como muestra del homenaje, la entrega de una placa conmemorativa en relación a su trayectoria.

Ya casi terminando el homenaje, mientras Oswaldo Reynoso agradecía a sus personajes ¡zas! Ellos se le aparecieron, Cara de ángel, Colorete, Carambola, El rosquita, quienes reclamaron al autor el porqué los había abandonado, a lo cual respondió con palabras asertivas que no los había abandonado, que seguían en su corazón y que “algún día encontrarán un corazón a la altura de su inocencia” provocando el clímax de la representación y, junto a ellos y todos los presentes, promoviendo, a sonido del “Maringá” un brindis, ellos con cerveza, el publico con vino, a la salud de un público, una gente, que es “mi país, es el rostro de la gente que yo amo”, terminando así el evento.

Para terminar, un comentario que se me viene a la mente es el siguiente: si bien “Los Inocentes” es la obra cumbre de Oswaldo Reynoso, por lo que hemos podido apreciar en los comentarios de los ponentes en el homenaje, ¿es la única obra que merece consideración?, ¿no significan El Escarabajo y el hombre, Los eunucos Inmortales, o su poemario Luzbel, entre tantas obras, otra raíz de su amplio pasaje narrativo? Bueno, como dije antes, solo un comentario que, si se puede, nos llevará a un razonamiento interesante.